La ramera es Juzgada – Lección 17 de abril 2025
El matrimonio, unión para toda la vida, es símbolo de la unión de Cristo con su iglesia.
Lee Apocalipsis 19: 1-9. En ese texto se celebran dos cosas simultáneamente: el fin de la ramera y las bodas de Cristo con su esposa. ¿Cómo es posible que ambos acontecimientos sean en realidad y al mismo tiempo demostraciones del carácter justo y amoroso de Dios?
La infidelidad tiene un precio muy doloroso. Las consecuencias se extienden a la vida de los hijos y de otras personas. Incluso el más paciente de los cónyuges agraviados puede llegar a descubrir que hay un punto de no retorno más allá del cual la unión matrimonial ya no puede ser restaurada. Cuando nuestro mundo llegue a un punto en el que los corazones se hayan endurecido tanto que ya no haya lugar para el arrepentimiento, no tendrá sentido continuar la historia y prolongar el sufrimiento producido por el pecado desenfrenado. Aunque hay pesar por los perdidos, quienes han sufrido bajo la dispensación del pecado pueden celebrar que finalmente ha terminado y que la Tierra es restaurada de acuerdo con el designio original de Dios. Esta vez no habrá un alejamiento de Dios, porque hemos aprendido dolorosamente que Dios tenía razón acerca de la devastación resultante de separarnos de él.
Lee Apocalipsis 21: 1 al 4. ¿Qué significa aquí la imagen del matrimonio y por qué está llena de esperanza y promesa? ¿Cuál es nuestra seguridad respecto a la esperanza presentada en estos versículos?
«El matrimonio, unión para toda la vida, es símbolo de la unión de Cristo con su iglesia. El espíritu que Cristo manifiesta hacia su iglesia es el mismo espíritu que debe reinar entre los esposos» (Elena G. de White, Testimonios para la iglesia, t. 7, p. 48).
Cristo sufrió un dolor inimaginable cuando el género humano lo rechazó y entregó a otros dioses el afecto que solo él merece. Aun así se entregó por nosotros y pagó en sí mismo por nuestras infidelidades y adulterios para que, si nos arrepentimos y nos apartamos de ellos, vivamos para siempre conforme a su promesa.
Lee 1 Pedro 1: 18 y 19. ¿Qué seguridad nos dan estos versículos acerca del feliz desenlace descrito en Apocalipsis 21: 1-4?