Daniel 2 – Lección 28 de abril 2025

t}Tenemos misiles hábilmente teledirigidos, pero hombres sin ningún tipo de dirección.

Dios presentó las descripciones más convincentes acerca de la relación entre su pueblo y los reinos de este mundo durante el cautiverio en Babilonia y por medio del profeta Daniel. Su pueblo ya no era autónomo y ahora cosecharía las consecuencias de sus elecciones. ¿Aprenderían, al menos, de ellas?

Lee Daniel 2: 31 al 35, donde se ofrece una visión panorámica de la historia del mundo hasta el fin de los tiempos. ¿Qué importantes verdades podemos aprender de esta asombrosa profecía?

A finales del siglo XIX, muchas personas mostraban una renovada confianza en el progreso humano. La Exposición Universal de París (1900), por ejemplo, fue una notable exhibición de optimismo acerca del futuro. Seguramente, con todos esos avances tecnológicos y científicos, muchos de los peores problemas de la humanidad llegarían a su fin. A medida que la humanidad se adentraba en el siglo XX, cundía entre muchos pensadores el optimismo de que los ideales de la Ilustración (como la perfectibilidad humana y el poder de la razón) marcarían el comienzo de una nueva y maravillosa era para la humanidad.

Sin embargo, la Primera Guerra Mundial acabó rápidamente con esos sueños, mientras que a finales del siglo XX habíamos perdido más de 200 millones de personas a causa de la guerra. Puede que hayamos avanzado tecnológicamente, pero no moralmente. Parafraseando al Dr. Martin Luther King Jr., tenemos misiles hábilmente teledirigidos, pero hombres sin ningún tipo de dirección. Una combinación sin duda aterradora.

Muchos estudiosos de la profecía han notado que los metales de la imagen de Daniel 2 siguen un patrón de devaluación progresiva, que va de lo más valioso a lo de menos valor: el oro deja su lugar a la plata, esta al bronce y este al hierro, hasta terminar en una mezcla de hierro y arcilla.

Charles Darwin, Karl Marx y otros pensadores del siglo XIX intentaron convencernos de que la humanidad progresa constantemente, que estamos evolucionando biológica y socialmente. Y, aunque en algunos aspectos la existencia humana ha mejorado (al menos en el ámbito físico), ¿quién puede vislumbrar un futuro de paz, seguridad y prosperidad en vista de cómo está siendo gobernado el mundo en la actualidad?

Jesús advirtió: «Oirán guerras y rumores de guerras. ¡Cuidado! No se alarmen. Esto tiene que suceder, pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación y reino contra reino. Y habrá pestes, hambres y terremotos en diversos lugares» (Mat. 24: 6, 7). A pesar de esta advertencia, ¿cómo debería confortarnos el hecho de haber sido advertidos de antemano acerca de estos eventos?

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